La cuestionable fuerza del hábito.

Si bien a lo largo de mi historia personal el escapar de la cotidianidad se ha convertido en mi estandarte, en mi motivo reiterado y en mi argumento, entonces debo reconocer la manera en la cual he adoptado sin desearlo una cotidianidad que me ha engañado, dado que la lucha en contra de la rutina se deslizó convirtiéndose en una rutina.

De esa forma, no sé si evaluar el resultado como tajantemente positivo o tajantemente negativo. En cualquier caso tengo que enorgullecerme de que hoy por hoy me da lo mismo como sea: sin pretenderlo, me he colocado por encima de ello.

Al analizar mi vida me encuentro con que la cotidianidad no es ya un tema que me obsesione. En buena parte no lo encuentro siquiera interesante. Será esto el resultado de encontrarme inmerso en una concatenación de ligera habitualidad, la cual abrazo con fuerza y me brinda dosis abundantes de comodidad.

Sí: seguro es eso. Y la razón eres tú. Eres el borbotón de la maravillosa sencillez de cada día; ese, de donde brota mi equilibrio, donde yace mi alegría.

Gracias, Lula. Quédate siempre conmigo.