Despedida a una muela enferma.

Ha sido largo el tiempo durante el cual estuvimos juntos y finalmente llega el momento de separarnos.

Pese a los lustros compartidos, son escasos los momentos en mi memoria en donde puedo encontrarte. Has estado presente por siempre, pero tan discreta que apenas me percataba alguna vez de que estabas allí, donde siempre, como siempre.

Quizá por eso abandonaste tu naturaleza inocua. ¿Habrá sido posible que anidaras malos sentimientos, posiblemente de mi poca atención para contigo? Ahora poco importa ya.

Esta será nuestra última noche juntos; mañana habrás de irte para siempre. Si bien estoy seguro de que no regresarás, tu lugar quedará vacío mientras mi vida dure, dejando un vano inútil, alegórico a tu recuerdo.

Creo que no te extrañaré. Sin embargo, por alguna razón más allá de mi comprensión, siento una extraña nostalgia ante la inminente despedida. Es posible que sea el temor del dolor que experimentaré durante las horas próximas quien ahora hable, o quizá solo se trate de una confrontación con la fuerza de la costumbre.

Como sea, te irás. Gracias por haberte formado conmigo y haber sido una parte de mí; por haber estado siempre allí. Desearía haber compartido más tiempo contigo, pero el dolor que me causas solo me permite explorar medidas para extirparte de mi ser.

Adiós, querida muela chueca. Hasta nunca más.