Corea del Norte en el planeta equivocado.

Corea del Norte quiere aterrorizar al mundo. Y en algunos lugares lo está consiguiendo.

Pruebas nucleares y amenazas no parecen ser la mejor combinación para obtener la gracia y empatía mundial. Parecen los caprichos de un líder inmaduro interesado en exhibirse como un tipo poderoso, aunque en realidad no lo sea tanto. Por momentos me recuerda a aquellos niños en las escuelas, hoy tan en boga identificados como abusadores, quienes de vez en vez patean a algún compañero por el simple gusto de hacerlo.

Sus vecinos, los otros coreanos, sí que tienen más razones para estar nerviosos. Con todo y el apoyo yanqui, los efectos de la proximidad geográfica, la lejanía política y las culturas parcialmente a contrapunto los coloca en una situación poco envidiable, en la cual por cierto, no podría culpárseles por sentirse temerosos.

Corea del Norte parece alejarse cada vez más del mundo. Si pudieran irse a otro planeta seguramente lo harían con gusto, ya sea por no ser molestados, ya por hacer de su criterio el único vigente.

Sus misiles están lejos de ser maravillosos. Su economía no es particularmente deslumbrante y hacer juguetes grandes no es barato. Pero ya ha comenzado y podría convertirse en una mala noticia para los terrícolas de los años por venir.